Posteado por: Cristóbal Alamo Pérez | diciembre 23, 2013

Navidad de barbudos en Sancti Spíritus

Armando Acosta y el CheEl olor a pólvora y las detonaciones de la metralla irrumpían el último mes de 1958 en la ciudad de Sancti Spíritus para poner la nota discordante en los días previos a Nochebuena y  Navidad.

   Los pobres de la tierra, a los que se refirió Martí, nunca pudieron hacerlo, pero tampoco los de más alcurnia vistieron ese año los arbolitos con adornos y bolas de cristal.

   Nadie reparaba en la pérdida de las hojas de los árboles en parques y paseos por el tiempo invernal. Sin embargo, todos estaban atentos a los nuevos seres que hacia los días 20 y 21 empezaron a recorrer las calles invitados por la historia.

   No lucían vistosos uniformes entorchados de sonoras y rutilantes condecoraciones, sino trajes harapientos, pero cargados del simbolismo que ofrecía el verde olivo. Sin fanfarria militar portaban las armas arrebatadas al enemigo.

   Para quienes se encargaban de dar los partes oficiales del ejército de Batista eran partidas de cuatreros, atajo de asesinos, manada de comunistas o reducido grupo de forajidos; mas, para el pueblo, eran los barbudos de la Sierra y del Escambray.

   En su mayoría, eran jóvenes que, con la llegada al territorio espirituano de la Columna No. 8 Ciro Redondo, a mediados de octubre, se unieron para fundar el Frente de Las Villas, el cual aglutinaba principalmente a los miembros del Movimiento 26 de Julio y del Directorio Revolucionario 13 de Marzo.

   Las instrucciones de Fidel  y la perspicacia del Comandante Ernesto Guevara, facilitaron la toma de poblados y ciudades en aquel diciembre de sangre y fuego en la región central del país.

   Fue así como en una operación combinada del 26 de Julio y del Directorio, entraron a Sancti Spíritus las huestes rebeldes.

   La tropa del capitán Erasmo Rodríguez (nombre de guerra de Armando Acosta Cordero), que no llegaba al medio centenar de hombres, penetró por la parte sur, mientras que el comando Juan Pedro Carbó Serviá, al mando del capitán Julio Pérez Castillo (con cerca de 80 integrantes), lo hizo por la zona norte. Todos traían en sus mentes la decisión de vencer.

   Ya en la noche del 22 de diciembre la jefatura de policía y la cárcel habían sido tomadas por las fuerzas insurrectas, y la ciudad estaba prácticamente en manos de los rebeldes.

   Los soldados del régimen, en número de más de 200, amedrentados, se refugiaron en el cuartel.

   Algunos comentarios daban cuenta de que muchos de ellos estaban en la Feria Ganadera por lo cual los barbudos decidieron incendiarla para sorprender a la tropa del ejército de Batista.

   Las llamas no provocaron el efecto deseado porque los casquitos, como le decía el pueblo a los soldados del régimen batistiano, no estaban en el recinto ferial, aunque sirvieron para atemorizarlos aun más en su cercano refugio.

   Solo tenían dos alternativas los desmoralizados militares: combatir hasta las últimas consecuencias o rendirse, pero la tregua pactada hasta la tarde del día 23 los favoreció para, sin pensarlo dos veces, abandonar en veloz carrera el enclave y marchar hacia Jatibonico, donde fueron vencidos días más tarde.

   Sancti Spíritus se convertía entonces en la primera ciudad grande de Cuba liberada por el Ejército Rebelde, la cual recibió la noche del propio 23 la visita del Comandante Ernesto Che Guevara quien pronunció un discurso a través de la emisora de radio local.

   También ese día el Che, en tono jocoso, confirió los grados de comandante al jefe de las acciones de la liberación de la ciudad espirituana, y este no lo tomó en serio por lo cual, en enero de 1959, en La Cabaña, en La Habana, el Guerrillero Heroico ratificó el ascenso al capitán Armando Acosta Cordero.

Por Israel Hernández Álvarez.   


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